jueves, 2 de diciembre de 2010

CAPÍTULO 17

<< -Estoy tratando de razonar. Esta pasión es perjudicial para mí, ya que no te das cuenta de que eres tú la causa de su exceso. Si algún ser sintiese alguna benevolencia hacia mí, yo le devolvería cien, y aun esas cien centuplicadas; ¡pues por esa criatura haría yo las paces con toda la humanidad! Pero hablo de sueños de dicha que no se pueden realizar. Lo que pido de ti es razonable y modesto; te exijo una criatura de otro sexo, pero horrenda como yo; la compensación es pequeña, pero es cuanto puedo recibir, y con eso me conformo. Es cierto que seremos monstruos y viviremos lejos del resto del mundo; pero por esa razón nos sentiremos más unidos el uno al otro. Nuestras vidas no serán felices, pero serán inofensivas, y estarán libes de esta desdicha que ahora me consume. ¡Oh, creador mío, hazme dichosos! ¡Deja que te guarde gratitud por este único beneficio! Deja que vea nacer mi simpatía por algún ser existente; ¡no rechaces esta petición! >>

SHELLEY, Mary Frankenstein

sábado, 27 de noviembre de 2010

La huida



El viento de levante se agita en el exterior golpeando con toda su fuerza las persianas. Parece que de un momento a otro se va a quebrar el frágil equilibrio entre el vendaval y el apocalipsis. Pero todo es una percepción desde la altura.

El sopor de medio día me adormece y mis parpados caen pesados en el olor de la comida.

Aromas y viento me mecen y permiten mi huida.

Todo está oscuro allá donde voy. Es más fácil estar aquí lejos de mí, que estar allí lejos de ti. Siento el placer de la irresponsabilidad, de las manos cruzadas sobre el vientre, de la respiración lenta… a lo lejos quedó el viento de levante.

De repente, tu lo llenas todo de nuevo. Intento una nueva huida, pero me persigues. Quiero escapar, pero te ciernes sobre mí como el sol del amanecer sobre el volcán del este.

Desisto y caigo una vez más en tu luz… 

Echo de menos mi oscuridad por eso elijo despertar, volver al golpeteo de las persianas malhumoradas en su resistencia ante viento, al calor de los fogones aburridos, al olor de cebolla frita, a la tortura del vacío.

martes, 23 de noviembre de 2010

Crónica de una pieza perdida en el Lope de Vega y hallada por un miserable

He dado mil vueltas al modo de encabezar esta entrada en el blog… estoy en uno de esos momentos en los que las potencias del sentimiento rara vez favorecen la precisión.

En estos últimos días he llegado a la conclusión de que la vida es algo así como un puzle en el que hay que ir encajando las piezas poco a poco. No sé si recordarán su infancia cuando faltaba una pieza y tras horas de búsqueda lograban encontrarla y encajaba perfectamente… en ese instante se producía un sentimiento de satisfacción, casi placentero,  se producía un <<ahora puedo seguir adelante, todo encaja>>.

Esto fue lo que sentí el sábado pasado cuando asistí en el Teatro Lope de Vega (Madrid) al musical de Los Miserables. Esa pieza que estaba perdida, fue encontrada y colocada en su lugar… todo encajó, todo podía seguir adelante a partir de ese día.

Mi relación con la novela de Víctor Hugo viene de largo y ha estado ligada a momentos duros… siempre ha sido una tabla a la que aferrarse en la tempestad. La leí por primera vez a los quince años y diez años después me he reencontrado con ella a modo de musical… de nuevo en otro de esos golpes que da la vida.

Una pieza se había perdido, el puzle había quedado paralizado y casi abandonado… no había razones para seguir buscando esa pieza… y sin esperarlo, las expectativas  depositadas en este musical se convirtieron en realidades… la pieza encajó con la voz de cada uno de los actores, con cada acorde, con cada cambio de escena, con cada foco dirigido,… y surgió esa sensación, como una calidez interna, como un susurro que decía <<ahora que todo encaja, sigue adelante>>. Y es el momento en el que Gerónimo Rauch entona “Sálvalo” cuando todo queda paralizado, suspendido, conteniendo el aliento, tan vacío como lleno, al borde de la nada empujado por el todo… en la voz de Gerónimo Rauch todo cobra sentido: la redención, el perdón, la venganza, la lucha, la revolución, la paz, la muerte, el amor… toda miseria humana cobra sentido y es elevada como lo más bello de la Creación.

Cada aplauso, cada lágrima derramada, cada “¡bravo!”, fueron la manera en la que firmé mi compromiso con ese <<seguir adelante>>… habrá siempre piezas que falten, habrá siempre barricadas por construir… pero siempre habrá “miserables” a los que recurrir.



***
No sé mucho de música, tampoco de teatro; no tengo nada que ver con la empresa, ni con la compañía que han sacado adelante este musical… tan sólo soy una espectadora (llámenme fan si alguno quiere hacerlo) que en un fin de semana decidió hacer cinco horas en autobús para ver dicha representación. Por lo tanto, no he hecho ni una crítica ni una alabanza, sólo he expresado lo que me hizo sentir.

ESTRENO LOS MISERABLES: Cae el telón y la compañía celebra el momento ¡A...

lunes, 8 de noviembre de 2010

Les Miserables 25th Anniversary @ The O2 - Valjean Quartet

Una escena fríbola, como otra cualquiera


Agitó el pequeño frasco fuertemente, luego fijó su mirada en su contenido color sangre que se arremolinaba en diferentes tonalidades. Lo dejó sobre la mesa, demasiado cercano al filo como para ser prudente. Desenroscó el tapón religiosamente como si fuese a dejar escapar lo males del mundo.
Suavemente deslizó el pincel con la tintura sobre las uñas de los dedos de su mano izquierda… la laca se secó rápidamente puesto que era uno de esos bochornosos días de verano.
Giró la cabeza y se quedó mirando fijamente el ventilador de pie que había colocado sobre el escritorio de la oficina… apenas había luz, salvo la que se filtraba por los listones de la persiana bajada para evitar la flama estival.
Se concentró de nuevo en las uñas, ahora tocaba la mano derecha… algo mas difícil. La apoyó sobre la mesa junto al frasquito de laca y concentro todos sus sentidos en aquella labor.
La puerta de cristal opaco enmarcado que se encontraba frente a ella fue abierta bruscamente, y esto le produjo tal sobresalto que golpeó con la mano derecha el frasco derramando todo su contenido sobre su camisa blanca y su falda ceñida gris.
Desde la puerta se oyó una carcajada sarcástica:
-          “¡Caramba querida! No sabía que el crimen se hubiera cometido aquí” – dijo él con cierta picardía mientras se desabrochaba los botones de los puños de la camisa y los doblaba hacia su antebrazo.
Ella miró con tristeza su camisa arruinada.
Pensó que el único crimen que se estaba cometiendo en ese instante es que él pudiese mirarla de aquella manera y no poder hacer nada.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Metáforas caprichosas

<<...un correlato de metáforas sin sentido me persiguen cada noche a la hora de dormir, pero como no les hago caso se me agolpan en las sienes, desesperantes, malhumoradas e impacientes, y no me dejan descansar. Por la mañana, me recuerdan que siguen vivas con un lindo dolor de cabeza, y yo, una vez más (que sumo a las mil), les explico que no tienen cabida en mi futuro y que tienen prohibido el paso en mis escritos. Ellas, llorosas y cabizbajas me dan una tregua, y a mí se me parte el corazón de verlas así. Es por esa razón por la que en ocasiones muy puntuales les doy rienda suelta y les dejo dar pinceladas en narraciones imposibles que nunca serán escritas y siempre serán soñadas, en relatos rasgados en los jirones del viento de levante, en las historias que fluyen a borbotones por los caminos áridos de subida al volcán... A veces gritan rabiosas por interrupciones impertinentes que no le han dejado terminar su canción, y otras se despiden cansadas y son ellas las que se van a dormir dejándome en la estacada, varada en un acantilado y acompañada únicamente por un Thanatos con indigestión.
En fin, estas metáforas no son más que niñas caprichosas cuyo deseo es salir a la calle vestidas de cuartilla elegante, tinta fina y caligrafía impresa para que el mundo pueda admirarlas en todo su esplendor.>>

sábado, 6 de noviembre de 2010

De las redes sociales

Siempre le he guardado un gran respeto a las redes sociales y me he mantenido en una distancia medianamente participativa. Sin embargo, en los últimos tiempos y por cuestiones que no vienen al caso me hallo inmersa en la absorvente vorágine informática que consume mis horas de una manera bastante absurda.

Pero en este momento me niego a repetir los tópicos típicos que circulan sobre las redes sociales.

Uno no sabe que es ser miembro de una red social hasta que no crea un grupo en Facebook y este tiene una mediana repercusión. Erigirse en "administrador" es algo así como erigirse en "popular" en una serie de instituto de segunda televisada en un canal infantil.

Lo más sorprendente es cuando en ese grupo entras en contacto con gente con la que jamas habrías cruzado una palabra su te la hubieras tropezado en mitad de la calle, pero que por casualidades de la vida os une (por ejemplo) un gusto común. Se intercambian ideas, chistes, anhelos, risas,... y comienzan a surgir las primeras "complicidades". Por arte de "birlibirloque" haces el salto de la media noche de cháchara con personas que están a unos cuantos "cienes" de kilómetros... y poco, a poco, te conviertes en una "chatcólica".

No sé si es un problema lo que tengo, pero realmente me lo paso pipa y estoy de mejor humor... acaso es un problema necesitar pasar un buen rato charlando con alguién de las pequeñas fruslerías del día a día aunque sea tecleándo? Ojalá todos los problemas fueran así.

Por mí, chapeau por las redes sociales

lunes, 1 de noviembre de 2010

Discurso de Zygmunt Bauman, Príncipe de Asturias de Comunicación...

La "Globalización" viaja en autobús

Salí de clase y como cada día a la misma hora... bueno, quizás no a la misma hora porque decidí salir unos minutos antes...

Como iba diciendo... salí de clase y tomé al autobús para llegar 11 km más allá de este acá.
A pesar del frío lucía un sol espléndido... 

Nadie se ha sentado a mi lado... tras de mí un joven gitano de ojos verdes y larga melena rubia tocaba algunas piezas modernas en su guitarras y las notas tristes se fundían con la conversación de dos ecuatorianos de manos curtidas, que unos asientos más allá, disfrutan de su comida turca... más adelante un señor mayor de cabello blanco y gorrilla de paño comparte asiento con un joven que según las malas lenguas (o quizás las buenas) dicen que es homosexual.

Tras de mi continua la conversación entre el guitarrista y la mujer que por casualidades de la vida se ha sentando junto a él... resulta que tienen familiares en común, y ni siquiera se conocían. Él le dice que su novia es australiana y que dentro de poco viajará con ella a su país de origen.

La conversación se vio interrumpida por la llegada de dos subsaharianos de gorra americana bien calada... y por otra de esas casualidades de la vida, los cuatro se conocen.

Les seguía un señor que ayuda a su señora a sentarse y tras ellos cuatro morenos mas que se animan a saludar al grupo... son tan altos que sus cabezas rozan el techo del autobús.

Es bueno saber que la cara amable de la globalización toma el autobús de las 13:00.

Laberinto del Minotauro

<<… empezaba a atardecer; pese que había sido un día soleado y caluroso un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Me encontraba al pie de la escalinata de acceso al laberinto… aquel laberinto del que tanto había oído hablar: allí entraban efebos y vírgenes y eran convertido en bestias inmundas, algunos de ellos no sobrevivían, allí los cadáveres no encontraban el descanso de los justos.
Subí los escalones lentamente y me adentré en un espacio circular, sentadas a derecha e izquierda en bancos junto a la pared vi doncellas de suaves cabellos y mirada perdida de cuyos labios surgía el silencio más aterrador que un mortal haya podido escuchar. Un aliento frío fue exhalado desde el interior arrastrándome inevitablemente hacia él.
Una vez en el interior de laberinto todas las señales me conducían hacía los pasillos de mi izquierda, los seguí sin resultado alguno y en ese momento decidí obviar las señales y seguir mi intuición. Encontré pintadas en las paredes que representaban a tiernos corderos lechales degollados nada más salir de las entrañas de sus madres, pude ver como hilos finos de sangre negra se filtraba por los resquicios de marmóreas puertas selladas, presentí almas errantes que sollozaban en susurros bajo sus velos grises… y quise salir de allí… aunque no hubiese cumplido mi misión.
Di mil vueltas sin sentido a través de galerías y pasillos iluminados por rayos de luz indirectos filtrados por espejos, aterrada a cada paso por las señales que podía descifrar en las altas paredes que me hablaban de peligros silenciosos, invisibles y latentes, esos peligros que inoculados podría acabar con la humanidad.
Encontré al fin un peregrino que buscaba como yo la gruta encomendada desde los mayores donde encontraríamos la sabiduría… y en una luz de esperanza, una ninfa rechoncheta nos indicó el camino perdido hacia nuestra meta. Bajamos mil escaleras oscuras como si nos dirigiésemos al estómago de la bestia.
Y al fin llegamos al lugar deseado… todo era perfecto, la luz era brillante y estábamos ansiosos por beber de las aguas de la sabiduría. Pero cuál fue nuestra sorpresa que las mil almas de los jóvenes que alimentaron al Minotauro, almas manchadas con la inmundicia, la depravación, el desenfreno, la arrogancia, la desvergüenza… ahogaron las voces de los sabios.
En ese instante fuimos arrastrados velozmente hacia el exterior como succionados por una poderosa fuerza.
Caí en un fuerte golpe al suelo, algo aturdida me levanté y pude apreciar que me encontraba en el exterior. Cegada por los rayos del sol, entorné los ojos y pude leer en el dintel de la gran puerta: “FACULTAD DE MEDICINA”. >>

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