lunes, 31 de enero de 2011

Horas de biblioteca

Hace mil años escribí sobre bibliotecas y demás historias de páginas amontonadas. Recuerdo la gran impresión que me causó la moqueta de la Biblioteca Nacional de Madrid y cómo me quejaba terriblemente de lo ruidosa que era la mía en mi antigua universidad de Granada.


Ahora estoy sentada en la sección de ordenadores de la biblioteca de la UPO perdiendo el tiempo que debería invertir en leer un texto sobre culturas andinas... (suspiro). 

Al tema, resulta que el sitio donde estoy es una suerte de pabellón con unas cuantas estanterías que intentan emular esos entrañables espacios que estamos tratando. Y claro, al ser un sitio así no invita para nada a la concentración y al estudio: las mesas son abiertas y puedes estar de cháchara eternamente, a veces hace frío, a veces calor, a veces ni si quiera hace nada... se pasean libremente bellos efebos y perfectas ninfas pasillo arriba pasillo abajo, y si les cambiásemos los folios que llevan en la mano por un cubata estaríamos de botellón. Hace menos de un segundo una de esas ninfas a media cocción de larga cabellera morena, pantalón negro ceñido y abriguito de paño se ha escamochado por una de las rampas de entrada al espacio de ordenadores y ha soltado una terrible carcajada... (de nuevo, suspiro). Y no hace más de una hora, una linda parejita de tortolitos se estaban pegando el lote entre susurros y risitas mientras veían no sé que en un ordenador (suspiro quejoso).

No soy de estudiar mucho en la biblioteca, pero reconozco que sería asidua a ellas si eliminasen esos pequeños detalles indeseables... lo que implicaría eliminar a un alto porcentaje de la humanidad... y como no quiero que me tomen por genocida, decido no estudiar y hacer cosas más livianas como simplemente leer o escribir cosas absurdas en el blog.

Sin duda alguna, echo de menos la biblioteca de FLA de Granada.


viernes, 21 de enero de 2011

domingo, 16 de enero de 2011

Conversaciones absurdas de una familia durante la cena con consulta enciclopédica incluida


-“¿Qué vamos a cenar esta Noche Buena?”- preguntó la madre a sabiendas que la respuesta iba a ser más que evidente… y a pesar de ello, y sin permitir objeción ni contestación alguna apuntilló - “podríamos cenar como las grandes familias: capón!”
Las otras siete personas sentadas a la mesa en aquella cena cotidiana volvieron sus rostros al unísono al oír la palabra <<capón>>.
-“Mamá, ¿capón? ¿Y eso a que viene? ¿Y qué puñetas es un capón?”- indagó el hijo y seguidamente se introdujo un trozo de tortilla de patatas en la boca.
-“Pues una capón es un pollo con plumas distintas”- apunto elegantemente la abuela mientras untaba un trozo de pan con mayonesa.
En ese preciso instante el padre enarcó la ceja y meneó la cabeza de un lado a otro a modo de negación tal y como solía hacer cuando escuchaba algo “demasiado” raro, y después dirigiendo su mirada al abuelo, suspiró y siguió pinchando con energía sin cazar ni una sola hoja de lechuga.
-“Abuelita, yo creo que un capón no es un pollo con plumas especiales”- contestó la hija con su típico tono de intelectual sabiondilla – “creó que en clase nos pusieron un documental en el que salía una escena sobre capones, y ni mucho menos tenía que ver con las plumas del pobre pollo”
-“Vamos a ver, ¿se puede saber que le hacen al pobre pollo?”- preguntó finalmente una de las tías allí presentes.
-“Pues caparlo, que le van a hacer al animalico”- contestó finalmente el padre.
El abuelo seguía a su haber escuchando la radio… pero el resto de la familia estalló en ese momento en una sonora carcajada.
-“Anda, que menudo carnicero tengo: me tenía engaña’ viva!”- dijo la abuela apunto de atragantarse.
-“Niña, niña… mira a ver que pone en el diccionario”- dijo el hijo a su hermana y esta diligentemente y a pesar de que aun no había acabado con el postre se levantó de la mesa y sustrajo de la estantería un tomo de la enciclopedia y comenzó a leer en voz alta:
-“capón1.
(Del lat. vulg. *cappo, por capo, -ōnis).
1. adj. Dicho de un hombre o de un animal: castrado. U. t. c. s.
2. m. Pollo que se castra cuando es pequeño, y se ceba para comerlo.
3. m. coloq. Golpe dado en la cabeza con el nudillo del dedo corazón.
¡Está claro! ¿no?-
Fue este el momento en el que comenzaron las divagaciones absurdas y los juegos de palabras entre los dos hermanos: que para qué querrían cortarle los “pendientes reales” al pollo, que si se les puede llamar pollo eunuco o pollo castrati, y como cantaría ese pollo castratí, que si entonces la gallina Caponata habría sufrido algún trauma parecido en su infancia, ….
Finalmente se decidió que el pollo que se cenase en Noche Buena hubiese tenido todos sus miembros en su sitio hasta su muerte, que por lo menos hubiera sido mínimamente feliz… dentro de sus posibilidades de pollo, lo mismo que hubiera sido el calamar hasta que fue pescado, dentro de sus posibilidades de calamar…
Así que a partir de ese momento la familia se convirtió a un nuevo modo alimenticio, no vegetarianos, ni frutarianos, no leches en vinagres… sólo consumiría animales que no hubiesen pasado por traumas infantiles relacionados con sus órganos genitales… se convirtieron en: “genitalianos”.


sábado, 15 de enero de 2011

Cuando las cosas cambian

A veces pasa que la vida va unos pasos por delante de nosotros… y como siempre tiene prisa nos deja tirados unos cuantos pasos atrás. Parecería que quedásemos olvidados de nuestra propia esencia, de nuestras propias ganas, de nuestro propio yo…

Otras, la vida frena en seco, se pone a nuestro nivel, nos agarra de la mano y nos ayuda a seguir adelante. Nos sentimos afortunados por unos segundos y quedamos fascinados eternamente por nuestra suerte.
Esa frenada ocurre en una playa de un país vecino recogiendo conchas de entre las arenas blanquecinas mientras un desconocido se coloca delante de tu sol y te habla de la belleza de aprovechar las oportunidades que el destino nos regala.

Y esa frenada descoloca nuestras entrañas, contrae cada músculo, desordena cada una de nuestras neuronas, desenfoca nuestra mirada… que deja de ser nuestra y es la mirada del otro, limpia, clara, rutilante, abrumadora, sincera… pero sobre todo distinta, una mirada que merece ser afrontada, una mirada que merece ser acompañada, una mirada que lo inunda todo, una mirada que lo es todo.

                                      Fotografía by Maverick

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