Sobre los tejados parduzcos las primeras nubes grises de la temporada. En las ventanas, las persianas caídas como párpados somnolientos se levantan lentamente anunciando que es demasiado tarde para despertar y demasiado temprano para quejarse.
Y vuelve el mismo pensamiento de siempre: nada se ha movido de su sitio pero todo ha cambiado profundamente... para el que nació, para el que murió, para el padre y la madre, para aquellos que nunca pensaron en odiarse, para aquellos que nunca se amaron y nunca lo harán...
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