viernes, 22 de octubre de 2010

Acerca de los replanteamientos


Bien sabido es que en tiempos de vacío (laboral, existencial, sentimental, etc.) uno tiende a replantearse hasta lo más absurdo de su vida cotidiana, y lo que es más sorprendente, a raíz de una suerte de casualidades inconexas y tragicómicas. Esto es lo que anoche me ocurrió a mí... veamos.
Me hallaba yo, como cada jueves, frente al televisor dispuesta a ver un capítulo más de mi héroe favorito (me niego a hacer publicidad por mucho que me derrita cada vez que lo veo aparecer). La trama, algo retorcida y rocambolesca, más que de costumbre, lleva a los personajes a plantearse qué han de hacer ante el inminente fin de su existencia y qué habrá más allá de la frontera de la muerte. Y por arte de magia una típica serie de acción y amor queda convertida en un acicate de mi conciencia de la manera más chirriante que pueda sor concebida.
Unos personajes apuestan por declaraciones amatorias arriesgadas y lacerantes, que rompen y desgarran entrañas; otros se asfixian ante la idea de un posible Dios castigador; otros entran en cólera y arremeten contra unos posibles culpables; así hasta repasar todo el abanico posible de actitudes adoptadas ante un posible embate "milenarista" en pleno siglo XVII.
Y yo, como soy una espectadora muy bien mandada me pego a la piel de cada personaje e intento decidir con ellos, y por mucho que intente sustraerme y dejar de empatizar con cada uno de ellos, resulta que me encuentro que a veces tengo sus mismos rostros... y que se me parte el alma al tener que optar ante lo incierto, y que bajo el anonimato uno es más valiente, y que el miedo triunfa siempre injustamente sobre los sentimientos, y que quemar las velas en el último segundo es siempre la opción equivocada, ...
Esto pasa, cuando una en tiempos de mudanza se empeña en ordenar el desván.

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