domingo, 8 de diciembre de 2013

La arquitectura de los pabellones de los países latinoamericanos en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929


Portafolio del Módulo 3 del curso online Arte Latinoamericano con Énfasis Colombia de la Universidad Tecnológica de Pereria en la plataforma de Miríadax.
Espero que les guste.



Pabellón de Argentina


Sobre una parcela inicial de más de 5.000 m² se alza la construcción de este pabellón, creado según el proyecto del arquitecto Martín San Noel; un singular edificio de estilo neobarroco que incluye numerosos elementos decorativos iberoamericanos y mestizos, propios del estilo colonial.
Diseñado voluntariamente con una total carencia de simetría, el edificio distribuye libremente distintos volúmenes, rodeados de jardines, que se reparten alrededor de un cuerpo central de dos pisos con patio, con dos alas laterales adosadas como capillas barrocas añadidas, y un torreón posterior de cinco pisos de altura. Esta libre expresión volumétrica del edificio la relaciona su autor con los modelos de la arquitectura mudéjar, romántica y americanas, algo común en la arquitectura ecléctica e historicista que se prodigaba en las primeras décadas del siglo XX.
El cuerpo central del edificio presenta una portada muy elaborada a modo de un gran retablo barroco en dos pisos, que va englobando los distintos huecos de la fachada. Evoca a las grandes mansiones sudamericanas, incluyendo en su planta superior una biblioteca con más de 5.000 volúmenes publicados en Argentina, de autores iberoamericanos.
A la derecha se levanta un cuerpo de planta cuadrada que se cubre con una cúpula octogonal, en el que se alojaba la exposición industrial. Y a la izquierda otro cuerpo que, utilizando las tendencias neobarrocas propias de la Pampa, integraba un anfiteatro con capacidad para 200 personas, previsto para conferencias y exposiciones sobre Argentina. En la zona posterior se ubica la torre y una portada que reproduce un modelo de la ciudad peruana de Arequipa. Todo el edificio se construye siguiendo un sistema tradicional, y entre sus elementos destaca el uso de la madera en artesonados y columnas, y la azulejería empleada tanto en paños decorativos, como en pavimentos o cúpulas. Para la decoración de los muros se contó con la colaboración de artistas de la talla del pintor Gustavo Bacarisas y el ceramista Montalván, junto a otros americanos como Rodolfo Franco o Alfredo Guido, dando como feliz resultado el mestizaje de un barroco aderezado con motivos indígenas.

Pabellón de Chile


El pabellón de Chile, fue uno de los pocos ejemplos vanguardistas de la obra. Mientras el resto de pabellones se basaban en el regionalismo o el indigenismo, el pabellón de Chile nació con un único propósito, representa las elevaciones de los Andes y la llanura costera chilena. Esto se consiguió mediante un juego de volúmenes que acababan en una torre. Su autor fue Juan Martínez Gutiérrez. Ya en el interior se mezclan los volúmenes curvos con las rectas, formando múltiples arcos y bóvedas.
El 19 de noviembre de 1924 fue invitado oficialmente el Gobierno de la República de Chile por el de España a participar en la Exposición, aceptando éste el ofrecimiento el 21 de enero de 1926.
En 1927 la Asociación de Arquitectos de Chile organizó un concurso de proyectos, en cuyas bases se especificaba que sería una edificación permanente, que se resuelve el 19 de agosto; el proyecto de Juan Martínez Gutiérrez, profesor de Construcción Decorativa de la Universidad de Santiago, con pequeñas modificaciones, sería el ganador del concurso por unanimidad. Aunque hubo algo de polémica cuando se dio a conocer al público al considerarse que tenía un cierto aire morisco que no daba la imagen que la sociedad chilena quería dar de su país. El inicio de las obras se ponen en marcha en 1927, tras conocerse el fallo del concurso, trasladándose a Sevila el arquitecto Martínez Gutiérrez el 31 de octubre.
El Ayuntamiento de Sevilla les cedería los terrenos para la construcción de su pabellón el 28 de noviembre de ese mismo año; haciéndose entrega de la parcela el día 29 en presencia de Carlos de Borbón y Borbón, Infante de España, Emilio Rodríguez Mendozadon, ministro plenipotenciario de Chile, José Cruz Conde, comisario regio de la exposición, Nicolás Díaz Molero, alcalde de Sevilla, y el arquitecto. Aunque las obras realmente no comenzarán a ejecutarse hasta el 4 de agosto de 1928, sin aparente justificación.
Sin embargo, surgieron complicaciones de orden económico; así habrá que modificar algunos aspectos del plan original, la empresa constructora presentó su renuncia el 21 de diciembre paralizando las obras e incluso cesa el arquitecto cuatro meses antes de finalizar la obra. El arquitecto había realizado unas modificaciones respecto al planteamiento inicial que suponían un aumento en el gasto presupuestado de 1 300 000 pesetas; en Chile se tenía gran interés en dar una buena imagen en la Exposición y se amplió el presupuesto resultando el coste final de la edificación de 1 800 000 pesetas, no obstante fue a costa del cese de Martínez Gutiérrez, que fue sustituido por el arquitecto sevillano Casto Fernández Shaw.
Martínez Gutiérrez tenía la concepción del planteamiento original como un anteproyecto, es decir, unas trazas generales que podrían ajustarse, adaptándose en función de las necesidades reales que en la ejecución se viesen pertinentes; entre tales necesidades las propias del programa expositivo, imprescindible para el autor de la obra su conocimiento y que no se había aún definido por el comité chileno. Gran parte del desajuste se debió a una demora en la construcción causada porque el arquitecto prefirió hacer acopio de materiales antes que nada en previsión de la plausible carencia de los mismos una vez comenzaran las obras monumentales de la exposición que podrían poner en riesgo la provisión de estos; por otro lado, gracias al material seleccionado, la obra una vez se comenzara sabía que se ejecutaría con gran rapidez, a un ritmo muy superior al de otros pabellones cuya fábrica era de ladrillo visto.
Sería este acúmulo de material el que ocasionaría el déficit que condujo a la retirada de la instructora por los impagos, conflicto que tardaría en resolverse y en el que hubo que buscar una mediación para resolver el conflicto, siendo uno de los mediadores el propio Fernández Shaw, haciéndose cargo de la obra después del abono la cuantía requerida otra empresa.
Las modificaciones fueron un punto de desencuentro con las instituciones chilenas, pues se consideró que no se había ceñido al proyecto original, así el ala que estaría destinada a espacio consular, en origen a la derecha del patio, finalmente se había ubicado en el otro extremo, al otro lado del edificio destinado a las exposiciones (quedando junto a la calle de La Rábida). Otro punto de fricción es que Martínez Gutiérrez obligó a que los decoradores chilenos de los elementos de la fachada se desplazaran a Sevilla para hacer su trabajo, bajo su supervisión directa, además pretendió infructuosamente seleccionar a artistas españoles para dicha labor; cuando en Chile se hubiera preferido que se produjesen en casa. Todo ello condujo a su cese, el cual no parece que a Martínez Gutiérrez le supusiera una sorpresa.
El nuevo encargado de la obra, Fernández Shaw, tras más de dos meses de paralización reanuda las obras, pero a pesar de ajustarse a la idea original no pudo concluirlas para la fecha de inauguración del evento. De este modo, el edificio se termina en mayo pero el proyecto no se completaría hasta mediados de agosto de 1929.
Arquitecto: Las sedes de dos de las facultades más tradicionales de la Universidad, Derecho y Medicina, son obra de uno de los más importantes arquitectos chilenos del siglo XX: Juan Martínez Gutiérrez, Premio Nacional de Arquitectura de 1969, profesor de Composición arquitectónica en nuestra Universidad, y director de su Escuela de Arquitectura. Juan Martínez estudió Arquitectura en la Universidad de Chile entre 1918 y 1922. En 1928 viaja a Europa donde permanece hasta 1931, estudiando la obra de los arquitectos más importantes de ese momento como Mies van der Rohe, Peter Behrens, Le Corbusier y Gropius, que marcarán su arquitectura. Asiste también a la segunda Bauhaus. Entre sus proyectos se encuentran, además de las dos facultades mencionadas, el Pabellón de Chile en la Exposición Universal de Sevilla, España, 1927; el Templo Votivo de Maipú, y la Escuela Militar. El arquitecto León Prieto, escribió acerca de Martínez: "Sus obras están fundamentadas en su profundo conocimiento de la Teoría de la Arquitectura, ciencia que se enriqueció con sus esquemas de funcionamiento cuando en Europa formó parte del grupo de creadores de la arquitectura contemporánea." Comentando el carácter monumental de sus obras, el arquitecto Raúl Véliz apunta: " En la forma de las obras de Juan Martínez hay una religiosa solemnidad, que rinde culto a la actividad propia que se desarrolla dentro de cada uno de los conjuntos por él proyectados."

Pabellón de Colombia 


El Gobierno colombiana acordó participar en la muestra desde 1911, cuando fue informado de su celebración, y la partida económica para esto fue dada el 20 de junio de 1926 por parte del Parlamento. El carácter exportador de Colombia le provocaba interés en promocionar sus productos en España, sobre todo su café.
El gobierno de Colombia cedió la construcción y el diseño a los técnicos españoles del gabinete técnico del Comité organizador. Con la colaboración del cónsul Ernesto Retrepo Tirado, el gobierno colombiano encarga el proyecto al arquitecto José Granados de la Vega y al aparejador Ángel Hoyuelas Martínez. El edificio expuso esculturas, hermosos murales y artesanía nacional, como los sombreros.
El Pabellón de Colombia fue diseñado por José Granados de la Vega, autor de otros edificios como los pabellones de Guatemala, el del Tabaco, el de Hidroelectricidad o el de la Prensa (actual Colegio España), además de diferentes espacios públicos y monumentos como la Fuente de la Hispanidad. 
La estética del edificio se inspira en la arquitectura religiosa tradicional colombiana, en especial la región de los Quimbayas, una civilización prehispánica que tuvo un gran desarrollo cultural hacia el siglo X y de la que se conservan espléndidas piezas realizadas en oro. El exterior del edificio, con sus dos altas torres, tiene cierto aire de edificio religioso mientras que el interior se organiza en torno a un patio columnado siguiendo la tradición hispalense. En la decoración escultórica sí que hubo mano de obra colombiana ya que se encargó de la misma el escultor Rómulo Rezo, diseñador de la iconografía del Pabellón, con sus frisos cerámicos y sus relieves de inspiración natural y vegetal.
Además de este pabellón se acordó otro dedicado al café, llamado "Café Suave de Colombia", donde podía degustarse, y otro dedicado al tabaco, sin embargo de este último no hay constancia de su construcción.
En la actualidad el Pabellón es el consulado de ese país en la ciudad. El 9 de abril de 1931 se acordó también su uso como Escuela Náutica San Telmo

Pabellón de Cuba 


Cuando en 1911 se cursa invitación a los países Cuba se muestra reacia, dados los sucesos del 98 del siglo XIX. En septiembre de 1926 es cuando responden afirmativamente. La partida inicial fue de 50.000 pesos pero finalmente debió ampliarse a 160.000.
Cuba, en un primer momento, participaría con cierto "complejo de inferioridad" alegando no tener una típica arquitectura nacional. Esto lo suplieron con unos buenos materiales y creando un edificio con un aire colonial. Los balcones son como recuerdo de balcones de Camagüey, eso sí, con columnas salomónicas.
El Pabellón fue diseñado por los arquitectos cubanos Evelio Govantes y Félix Cabarrocas. Lo ejecutaron miembros del ejército al mando de los ingenieros militares Luis Hernández Sabio y Alfonso González del Real. El interior tiene unos buenos acabados en madera en los faroles y las escaleras, así como elaborados artesonados.
El interior tenía tres salas, una de ellas destinada a auditorium, y exponían pinturas de autores nacionales, un plano en relieve del distrito central de La Habana y más cosas de interés. También había un pabellón provisional en la parte trasera del edificio donde se exponían sectores de producción del país, sus infraestructuras y otras materias.

Pabellón de Guatemala


Debido a lo tardío de la fecha obligó a la Comisión Permanente la construcción por delegación de su pabellón, sobre proyecto del arquitecto de la Dirección Técnica de la citada Comisión D. José Granados de la Vega con un coste total de 208.000 pts., finalizandose las obras el 3 de agosto de 1929, siendo inaugurado de forma oficial por S.M. el Rey el 31 de Octubre de 1929.
El edificio que consta de dos plantas, una de ellas semisótano, tiene una superficie total de 378 m2, para su construcción se utilizó el sistema tradicional, sobre muros de carga de fabrica de ladrillo, lo mas particular del mismo es el revestimiento en su totalidad de las fachadas con azulejos en color blanco y azul (color de la bandera de ese país) elaborado por Ramos Rejano, que responden a las influencias de una temática maya.

Pabellón de Brasil 


Brasil fue susceptible de participar después de que en 1922 la exposición dejara de ser hispanoamericana para pasar a ser Iberoamericana. Sin embargo, en 1924, el embajador español en Río de Janeiro comunicó al Ministro que Brasil tenía reticencias para participar, debido a que España no había acudido a los actos conmemorativos de su independencia, porque en Brasil no se respiraba sentimiento iberoamericano y porque no tenían mucha información sobre la muestra. Sin embargo, su participación se logró aprovechando su rivalidad con Argentina, que sí estaría en la muestra, fomentando el prestigio internacional que trae la exposición y la campaña pro-exposición de la Cámara de Comercio española en Río de Janeiro. Al final acordaron participar destinando un presupuesto de 5.000.000 de contos reis y reduciéndolo a 1.250.00, para al final construir un pabellón provisional.
El arquitecto Pedro Paulo Bernardes Vastos diseña el pabellón pensando en el barroco brasileño. No existe una arquitectura nacional, que pueda extraerse de los indígenas del interior, sino que se diseña con estilo colonial de las ciudades edificadas por los portugueses en la costa a partir de 1580.
El pabellón expuso diversos sectores productivos de su país como el café, las maderas, las fibras, el cacao, mobiliario, caucho, automóviles, perfumería, etcétera. Como curiosidad, se trajo unautobús que fue el primer automóvil producido íntegramente en el país.

Pabellón de México


La construcción se llevó a cabo en una parcela de 5442 metros cuadrados cedida en 1926 y los trabajos fueron encargados a la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo de México, dirigida por Luis N. Morones. El arquitecto fue Manuel María Amábilis Domínguez, natural de Mérida, en Yucatán, con un proyecto llamado ITZA, en colaboración con dos artistas yucatecos, Leopoldo Tommasi López (esculturas) y Víctor Manuel Reyes (dibujos), que conoció en París. Está inspirado en la cultura maya-tolteca de Yucatán. Los trabajos empezaron a principios de 1927 y culminaron en agosto de 1928, aunque en la actualidad ha sufrido algunas reformas en su interior. En su fachada aparecen relieves con alegorías y esculturas y el interior estaba decorado de manera muy profusa y atestado de objetos de artesanía para su exposición. El edificio tiene, además, un patio trasero con una fuente, también con motivos mayas-toltecas.

Pabellón de Perú 


Un edificio propiedad del Ayuntamiento de Sevilla y cedido temporalmente al CSIC para la ubicación de este centro de divulgación. Se trata de un edificio histórico del conjunto patrimonial heredado de la Exposición Iberoamericana de 1929. La edificación es obra de Manuel Piqueras Cotolí (1885 – 1937), reconocido arquitecto español nacido en Lucena, Córdoba, que desarrolló la mayor parte de su Carrera en Perú, y que fue el creador de importantes obras representativas de la arquitectura neoindigenista, tales como la Escuela de Bellas Artes, el Mausoleo de Pizarro en la Catedral, y el Palacio Arzobispal, todos ellos ubicados en Lima. Actualmente, La Casa de la Ciencia comparte el edificio con el Consulado de Perú en Sevilla.

Pabellón de Santo Domingo 


 El pabellón en su fachada es prácticamente una réplica en 1:3 del Alcázar de Colón, que se construyó en 1510, y que sirvió de residencia a los gobernantes de la isla, con la diferencia de que el pabellón tiene además una serie de garitas de aire militar en la parte superior de sus cuatro esquinas. Otra diferencia de diseño es que el pabellón está enfoscado y pintado con colores amarillos y naranjas y el Alcázar original es de piedra. Otro dato interesante es que Diego Colón fue Virrey de Santo Domingo y su escudo puede verse en la puerta principal del pabellón.
En los jardines del pabellón existía una fuente, que es una réplica de la de la Plaza de la Independencia de Santo Domingo. Sin embargo, en las obras destinadas a convertir el edificio en uno administrativo se destruyó. El edificio fue restaurado en 2008 con un presupuesto de 700.000 euros.

Pabellón de Uruguay


La planta del edificio es triangular y se forma por la intersección de una nave, que ocupa transversalmente la fachada a la avenida de Chile, con el eje perpendicular a ella que parte de la portada frente al pabellón chileno y termina en el vértice o punto trasero de la edificación, lugar desde el que parten las fachadas que conectan con los extremos de la nave antes referida, dando una fachada a la biblioteca, situada al Sureste, y la otra al paseo de las Delicias, al Oeste; en el eje descrito se sitúan sendos accesos, siendo el de la portada su entrada principal neobarroca.
La casi perfecta simetría bilateral del conjunto sólo se rompe por la existencia de un módulo al frente de la nave que partiendo de la portada llega al ángulo Noroeste, hasta un quiosco de uso hostelero presente en la esquina de la manzana, y que carece de la oportuna correspondencia en el otro sentido. Este diseño geométrico obedece a la peculiar fisonomía de la parcela en la que le correspondía su construcción, la cual contaba con una superficie de 2.324 m².
El edifico forma un triángulo con aristas romas y consta de una crujía perimetral que reproduce en su interior esa misma geometría en un salón central, el cual queda al frente del vestíbulo de la entrada ubicada en el centro de la nave transversal antedicha, existiendo sendas estancias a ambos lados de tal vestíbulo central. Estos espacios de la entrada y el salón central forman con la nave principal una disposición que se asemeja a la de una planta de cruz latina con un crucero central, en el que se halla el vestíbulo, y sobre el que se levanta un cimborrio octogonal.
Exteriormente, la sobria volumetría, la ornamentación neobarroca de la portada y la complejidad compositiva de la planta reflejan las influencias colonial, criolla y europea que responden a la estética nacionalista de la arquitectura uruguaya.

WEBGRAFÍA:


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