lunes, 25 de noviembre de 2013

El felino y su construcción simbólica a través del arte en las culturas mesoamericanas prehispánicas


Este trabajo nace de otro anterior realizado conjuntamente por GARCÍA LÓPEZ, Cristina P.; MUÑOZ GONZÁLEZ, Mª del Mar; TORRABADELLA GIL, Mª Ángeles, y VALLEJO MELGAR, Mª del Rocío para la asignatura “Antropología Cognitiva y Simbólica”. Se trata del fragmento realizado por MUÑOZ GONZÁLEZ, Mª del Mar, reeditado, completado y reelaborado bajo las premisas del curso on-line en “Arte Latinoamericanocon énfasis en Colombia” de la Universidad Tecnológica de Pereira en Miriadax.

Espero sus comentarios y críticas con sumo interés.
Saludos

{Visualizar previamente el esquema de trabajo con los ejemplos de obras de arte}



Al plantearnos la construcción y la función simbólica del felino,  específicamente en el jaguar, en América Latina, nos hemos propuesto unas directrices a seguir en nuestro análisis, a saber:
  • Analizar la relación establecida entre el ser humano y su entorno a través de una especie animal concreta.
  • Analizar la  construcción simbólica tangible del felino para llegar al significado último de la cosmogonía de las diferentes culturas.
  • Constatar la influencia de las diferentes culturas amerindias con respecto a la simbología del felino.
  • Desentrañar las supervivencias del significado simbólico del felino.
El primer y fundamental paso de nuestro estudio consiste en definir los conceptos principales que nos ayudaran a profundizar en las culturas que tomemos como ejemplos y nos servirán de guía y eje vertebrador del este trabajo. Definiremos, por tanto, qué es un símbolo, que importancia tienen los animales como símbolos culturales, y qué características tiene el felino como símbolo.

           Definición de símbolo

Un símbolo es algo sencillo (palabra, materia, idea) a la que un grupo de personas ha asignado un significado arbitrario cuyo vínculo (entre símbolo y significado) únicamente se emplaza en la interpretación compartida. Una característica esencial del símbolo es su multivalencia, su capacidad de expresar simultáneamente un número de significados cuya relación no es evidente en el plano de la experiencia inmediata (ELIADE, Miercea; 1967: 130). Como todos los símbolos, no tiene un significado único, sino que conlleva en sí una gran pluralidad de sentidos, y es precisamente debido a esta multivalencia que, como todo símbolo, muestra y oculta al mismo tiempo realidades contradictorias que por lo tanto requieren de una interpretación (VALVERDE, Mª Carmen; 1996: 28).

          Definición de animal como símbolo

Hombre y animal formaron una indisoluble sociedad desde tiempos remotos, al principio por evidentes razones económicas. Posteriormente, el ser humano, en el proceso cognoscitivo de su entorno ecológico, reconoció las cualidades físicas de la fauna y la asoció con eventos naturales que escapaban al dominio humano. Sin embargo, más que exaltaciones estéticas, son verdaderas alegorías propiciatorias derivadas de rituales mágico-religiosos. Estos eventos psicológicos fueron afines al hombre de la Antigüedad, en su cotidiana convivencia con la naturaleza: atribuyó a los animales energías y poderes sagrados, por lo tanto  como diría la especialista en Culturas Prehispánicas, Mercedes de la Garza: “los animales son deidades, epifanías de dioses, mensajeros de estos o símbolos de diversas ideas y ámbitos del universo”. Entre los pueblos americanos, esta percepción adquirió niveles relevantes, ya que concedió a los animales un lugar preponderante en la configuración de su religión. Se encuentran presentes tanto en los mitos de creación del universo, como en la compleja simbología asociada a diversas deidades o fuerzas de la naturaleza (La fauna en el mundo prehispánico, 2008: 10-13).

       Definición de felino como símbolo

El felino es un animal que siempre ha despertado la curiosidad de los estudiosos de las Culturas Prehispánicas. Sus imágenes y sus implicaciones simbólicas jugaron un destacado papel en la configuración del pensamiento mítico mesoamericano. También en el ámbito de la cotidianeidad se rastrea su importancia. Tradicionalmente se ha buscado su encuadre dentro de conjuntos más amplios de significados: el estamento militar mexica, las ideas sobre los eclipses, las prácticas de brujería y chamanismo, etc. (DÍAZ, Ignacio; 1990: 238-239).
Una de las características más relevantes de la simbolización es la personificación de los divino a través de los elementos naturales y de los habitantes del reino animal. De esta manera, el hombre que deseaba adquirir una serie de facultades tomaba o asumía simpáticamente el ser de la planta o del animal que representaba tales atributos. (MONTES, Ricardo y MENGUAL, Esmeralda; 1992: 71). Por cuanto se refiere a lo felínico, asociado o difuminado con lo humano, representa una posición dualista entre la vida creadora y la que destruye, fuerzas asociadas a los puntos cardinales Este y Oeste, que simbolizan el bien y el mal. De entre las cosmogonías nos interesa destacar el mito del hombre-jaguar que está muy arraigado en toda la América prehispánica, sin que se pueda concretar su origen. (MONTES; Ricardo y MENGUAL, Esmeralda; 1992: 73).
El jaguar representa el sol encarnado, el rayo-trueno es su voz, sus atributos son el cuarzo y el cristal de roca que a su vez simbolizan el fluido seminal, germinador de vida. Según las tradiciones de muchos pueblos precolombinos, como el Chavín, Mochicas y Olmecas, la unión del dios jaguar con una mujer dio origen a una nueva raza: el hombre jaguarífero. Este híbrido, mitad hombre, mitad jaguar, voraz y sanguinario, sigue poseyendo mujeres que después mata, bebiendo su sangre y su leche. A esta creencia iba unida toda una serie de ritos y prácticas religiosas, como el celibato estricto, la abstención de alimentos y especies relacionados con lo sexual, etc. La temática de este monstruo-jaguar será constante y será plasmada artística y gráficamente  a través de individuos masculinos convertidos en auténticas criaturas felínicas (MONTES, Ricardo y MENGUAL, Esmeralda; 1992: 73).

Urna del gran jaguar. Cultura zapoteca. Preclásico, Monte Albán II. Monte Albán, Oaxaca.

Caracterización del contexto geográfico

El término Mesoamérica se emplea para definir a una extensión geográfica determinada que posee una serie de elementos culturales similares, conformándose, por tanto, como una superárea cultural. Esta área es pues una zona con base en numerosos elementos característicos, como lo son el cultivo del maíz, frijol, calabaza y cacao; el uso de la coa como útil agrícola, el uso del maguey para la obtención de la bebida llamada pulque y la elaboración de papel de fibra; espejos de pirita; el empleo de plumas y pieles de animales para la vestimenta; las pirámides escalonadas; la escritura jeroglífica; el juego de pelota; el calendario; los sacrificios y auto-sacrificios humanos y el gobierno teocrático entre otros. (HEYDER, Nicola; 1989: 33).
Los países que actualmente conformaría lo que llamamos Mesoamérica son: México, Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador y Nicaragua hasta la frontera con Costa Rica. La frontera sur o límite meridional se extiende aproximadamente desde Puerto Limón, en el Mar Caribe hasta el Golfo de Nicoya, en el Pacífico, pasando por el Lago de Nicaragua. Este límite estaba determinado al norte por las zonas desérticas de Aridamérica, mientras que por el sur esta barrera natural no existía, sino que fue una simple frontera de carácter económico y político. (HEYDER, Nicola; 1989: 33).



Este mapa lingüístico está basado en mapas lingüísticos previos de Mendizábal y Jiménez (1936, 1941), Frederick Johnson (1940), y McQuown (1955) y ha sido modificado del The Handbook of Middle American IndiansFundación para el avance de estudios mesoamericanos, INC. [URL: http://www.famsi.org/spanish/maps/linguistic.htm]

Se han diferenciado diversas áreas cuya distinción no sólo es cultural sino también son debidas al medio ambiente que ha creado, en esta vasta área, una serie casi infinita de factores ecológicos. Mesoamérica abarca casi todos los climas, pues, aunque se encuentra ubicada en la región intertropical norte, la variabilidad de alturas con respecto al nivel del mar debido a los accidentado de su geografía y la desigualdad distribución de las lluvias, así como el peculiar trazado de los ríos, que en el caso de la costa del Pacífico tiene un recorrido muy corto cayendo al mar desde gran altura; por el contrario, en la costa del Golfo de México las lluvias son cuantiosas procurando grandes problemas (HEYDER, Nicola;  1989: 37).

Periodización cultural

Para el estudio de las culturas que existieron en Mesoamérica, se ha realizado una división artificial (y por qué no decirlo, occidental) que corresponde al plano temporal, conformada por tres Épocas u Horizontes (HEYDER, Nicola;  1989: 40-41):

Preclásico
Inferior
Del año 2000 a. C. al 1000 a. C.
Medio
Del año 1000 a. C. al 600 a. C.
Superior
Del año 600 a. C. al año 0
Clásico
Según la cultura que se analiza comienza entre el año 0 y el 300 d. C. y termina de igual forma entre el 800 y el 100 d. C.
Postclásico
Entre el 800 y 1000 d. C. hasta los años de la Conquista española.

Es evidente que estas fechas son aproximadas y dependen del pueblo/cultura que se aborde, ya que debido a las influencias de unos sobre otros, no se puede hacer una división tajante porque se caería en la arbitrariedad (HEYDER, Nicola; 1989: 41). Sin embargo, dichas divisiones son útiles para procurar un poco de luz al complicado sistema de culturas, entre las que vamos a destacar a los Olmecas, los Aztecas, y los Mayas. 

· Olmecas

En la época Preclásica destacaremos los Olmecas de cuyos orígenes nada se sabe a ciencia cierta, aunque se han desarrollado teorías que ubican los orígenes de este pueblo en la zona que comprende desde el centro del actual estado de Chiapas hasta la frontera norte de Guatemala. (HEYDER, Nicola; 1989: 41). En medio de la selva tropical de los estados de Veracruz y Tabasco floreció esta enigmática y vital cultura que, rodeada de una ambiente hostil, tomó al jaguar como símbolo y deidad totémica, representación del poder que se abre paso en un entorno amenazante para salir victoriosa de los peligros acechantes, dominándolos y utilizándolos para su conveniencia. (HEYDER, Nicola; 1989: 44-45).
Durante los trescientos años que van del 1500 al 1200 a. C., el culto al Jaguar estaba ya estructurado en el área Olmeca, puesto que para 1200 se tienen el La Venta y en San Lorenzo (dos de los centros ceremoniales más importantes) los signos de su forma total, lo que hace pensar que sin duda existió un período previo tanto de elaboración artística como estructuración ritual. (HEYDER, Nicola; 1989: 44).
La difusión de las ideas religiosas olmecas plasmada en el culto al jaguar, nos demuestra que era ya una cultura avanzada durante el período que comprende desde el 1200 al 600 a. C. Encontraremos estas influencias representadas en figuras del tipo “cara de niño” (baby-face) y otras huecas, todas ellas relacionadas con jaguar, lo que no deja de sorprender por el hecho de que este culto se haya extendido en una zona donde ese depredador era poco común. (HEYDER, Nicola; 1989: 46-48).

"Baby-face", céramica. 1200-900 a. C.

En una etapa más avanzada de dicha cultura se inicia la expansión militar, intuida por el hecho de contar con tantos restos olmecas distribuidos por casi todo el área mesoamericana. Esto hace suponer que la población de los centros olmecas ya no dependía exclusivamente de la producción agrícola que ella misma generara para su sostenimiento, sino que se desvela un comercio y seguramente un tributo proveniente de otros pueblos, lo que les permitirá su gran desarrollo cultural. A esta etapa cultural corresponde el inicio de mosaicos de jaguar; y es en esta etapa y en la siguiente cuando se esculpirán los grandes monolitos con representaciones de cabezas de hombre que nos muestra a personajes que debían ejercer funciones de tipo religioso o político, o bien alguna deidad, son las “cabezas colosales olmecas” (HEYDER, Nicola; 1989: 48). Otro tipo de esculturas monolíticas serán los “Altares” que en su parte frontal representan la cara de un jaguar con fauces abiertas, muy estilizadas, de las que suele emerger un personaje mítico (HEYDER, Nicola; 1989: 51).

Altar, La Venta (Villahermosa, Tabasco, México)
Relacionada con el culto al jaguar la constante en el arte olmeca y sus representaciones será el felino. La mayor parte de sus esculturas repiten el tema aunque con variantes casi infinitas en la obra concreta. La idea de mezclar la figura humana con la de animales, tendrá unas repercusiones importantes en todo Mesoamérica. Estas obras de arte que responden a una estética determinada tienen en el jaguar su máximo exponente como animal totémico (HEYDER, Nicola; 1989: 51-54).
En las representaciones humanas podemos apreciar cómo éstas se van transformando paulatinamente en el felino: los rostros humanos van adquiriendo rasgos del animal, después son mitad humanos y mitad animal, hasta terminar convirtiéndose en el animal mismo. También podemos observar en esta transmutación, cómo las figuras cambian, partiendo de representaciones realistas a poseer una expresión netamente simbólica, misma influencia que se detectará posteriormente en el rostro del dios Tláloc. Encontraremos signos de este arte en culturas como la Maya y Azteca, entre otras (HEYDER, Nicola; 1989: 54).

Diversos tratamientos para la representación de Tláloc, partiendo de la deidad-jaguar olmeca. T. Covarrubias. 
(HEYDER, Nicola; 1989: 54).

· Aztecas

La religión azteca presenta dos rasgos característicos: politeísmo y ceremonialismo. Los complejos rituales realizados en honor de las múltiples divinidades tenían una finalidad utilitaria. Se efectuaban para atraer aquellas fuerzas naturales que son beneficiosas para la sociedad rechazando las que pidieran resultar perjudiciales. Todo fenómeno natural o actividad humana poseía una deidad patrona. Existía, pues, una infinidad de divinidades, aunque el sacerdocio realizó un gran esfuerzo por reducir muchas de ellas o advocaciones o manifestaciones de dioses superiores (VÁZQUEZ, Germán; 1985: 227-235).
Códice Mendoza, s. XVI
Los mitos cosmogónicos que se conservan pasan de la decena. La mayoría de ellos, originarios del valle de México y de la zona tlaxcalteca, son relatos fragmentarios y difieren entre sí. Presentan discrepancias tan grandes, que resulta imposible armonizar los diferentes textos en una sola versión (VÁZQUEZ, Germán; 1985: 229). Veamos un ejemplo de estos mitos que será clave para la temática que nos atañe:
Y como le hubieron hablado los dioses [a Nanahuatzin], esforzóse y cerrando los ojos arremetió y echóse en el fuego, y luego comenzó a rechinar y rependar en el fuego, como quien se asa; y como vio Tecuciztécatl que se había echado en el fuego, y ardía, arremetió y echóse en el fuego.
Y dizque luego un águila entró en el fuego y también se quemó, y por eso tiene las plumas hoscas o negrestinas; a la postre entró un tigre, y no se quemó, sino chamuscóse y por eso quedó manchado de negro y blanco.
De este lugar se tomó la costumbre de llamar a los hombres diestros en la guerra quauhtlocélotl, y dicen primero quaubtli, porque el águila primero entró en el fuego; y dícese a la postre océlotl porque el tigre entró en el fuego a la postre del águila” extraído de Sahagún Libro VII, capítulo II (DÍAZ, Ignacio; 1990: 293).
Tenemos ese carácter no del todo claro del felino, esa especie de sombra que lo envuelve empañando su transparencia, ese matiz inquietante que casi lo aproxima al terreno de la sospecha. Por otro lado, será un animal nocturno (las manchas de su piel pueden ser vistas como una alusión simbólica al cielo estrellado), terrestre, asociado al inframundo. (DÍAZ, Ignacio; 1990: 294).
El pasaje es importante pues este sacrificio marca el comienzo de la costumbre de denominar metafóricamente “águilas” y “tigres” a los guerreros valientes, paro a su vez se debe entender como una alusión al cielo diurno y al nocturno águilas y jaguares conforman un binomio antagónico, pero a su vez complementario, en ese proceso de bipolaridad consustancial al pensamiento mesoamericano. Y esa bipolaridad manifestada en el tiempo primordial de los orígenes, del principio, en el tiempo del mito, también tendrá su reflejo en el ritual y en la vida cotidiana (DÍAZ, Ignacio; 1990: 293-294).
El felino era considerado un animal fuerte y valiente. Esto lo podríamos desdoblar en dos vías paralelas: el estamento social y la milicia. Ambas con un denominador común en el plano simbólico: la piel del animal. Los trozos de piel, garras, dientes, o la piel entera, eran adornos utilizados habitualmente en tiempos prehispánicos. Indudablemente su uso se remontaba a tiempos muy anteriores a los aztecas, pero éstos tampoco desdeñaban usarlos. Y lo hacían siempre con un sentido de dignificación. Era algo así como una marca de prestigio (DÍAZ, Ignacio; 1990: 254-255).
Códice Mendoza
Entre esas personas señaladas ocupaban un lugar destacado los ya mencionados guerreros-jaguar, agrupados en una especie de orden militar o cuerpo de élite del ejército. Se ataviaban, como se ha dicho, con una indumentaria alusiva, al animal bajo cuya férula se agrupaban. En la Matrícula de Tributos aparecían pieles enteras de felinos que probablemente fueran utilizadas como trono por los grandes señores. Con dichas pieles también cabía cortar un auténtico atavío, utilizado en el campo de batalla con una finalidad doble: asimilar la fuerza del animal y provocar temor en el adversario. Sin embargo, probablemente su uso se reservaba para -ceremonias y actos rituales, no para ser utilizados en el campo de batalla (DÍAZ, Ignacio; 1990: 261-263). Las órdenes militares de los guerreros-águila y de los guerreros-jaguar, además de ser una fuerza de choque, de élite, tenían como misión capturar el mayor número posible de prisioneros que posteriormente serian sacrificados (DÍAZ, Ignacio; 1990: 271). La guerra entre los mexica, sobre todo a partir del afianzamiento de su hegemonía político—militar, tiene un carácter evidentemente sacrificial. En principio fue de conquista, pero posteriormente su objetivo primordial era la consecución de prisioneros destinados al sacrificio y, consecuentemente, al mantenimiento del orden cósmico. Economía, poder, ritual y cosmología se configuran como eslabones de una cadena homogénea. En la guerra, y en los rituales a ella asociados, los felinos, bien como concepto -valentía-, bien como atributo -adorno o trajes-, jugaban un destacado papel (DÍAZ, Ignacio; 1990: 278).
Una segunda identificación de los felinos es la del animal que durante los eclipses devoraba al sol. Esta es una creencia que no se circunscribe a tiempos prehispánicos, sino que se sigue constatando en regiones con fuertes pervivencias de antiguas tradiciones (DÍAZ, Ignacio; 1990: 279). El numeral “4 tigre” dicho glifo calendárico corresponde a una de las eras cósmicas anteriores a la actual, a la primera concretamente, pero a su vez representa la fecha y el elemento de su destrucción. Y la destrucción del mundo puede ser entendida como un eclipse definitivo, sin vuelta de hoja (DÍAZ, Ignacio; 1990: 280).

· Mayas

Uno de los mecanismos más eficientes puestos en marcha por las comunidades prehispánicas para lograr un alto grado de integración social fue, sin duda alguna, la religión. Se trata de un fenómeno que afecta por completo a toda la sociedad, desde gobernantes hasta gobernados. Si realizamos un análisis de conjunto de la religión maya, podremos observar que al menos tuvo tres amplios contenidos o grupos de funciones  (CIUDAD, Andrés; 1985: 179-180):
1.      Este sistema se fue haciendo complejo con el fin de legitimar la existencia de una sociedad ya establecida, ordenada socialmente en estratos, por lo que pudo ser un fiel reflejo de sus desigualdades; en este contexto, el conjunto de creencias, construcciones ideológicas y ceremoniales estuvo siempre encaminado a sancionar y sentenciar el desigual orden social construido por el desarrollo de la élite.
2.      Tal conjunto de creencias, construcciones ideológicas y prácticas ceremoniales fueron creadas y pensadas con la intención de salvar una tremenda dificultad: la muerte.
3.      La relación del conocimiento científico en el área maya con todas las manifestaciones de ámbito religioso; y dentro de este contexto, con el tiempo.
Bajo relieve del sitio de Palenque (Chiapas, México)
 Representa a U Pakal K´inich, quien ascendió al torno de Palenque entre  736 y 742 a.C.
Podemos observar la religión maya como un mecanismo altamente complejo utilizado como sistema de integración social y política que, dado su carácter estatal, profundizó ampliamente en las desigualdades de los estratos sociales, sancionándolos, y sirvió como un resorte que legitimó el poder de una élite minoritaria sobre el resto de la sociedad. Hay bastantes posibilidades de que el campesino maya no entendiese este complejo sistema religioso estatal, lo cual fue una pieza fundamental para el desarrollo de la mencionada integración política. Este mecanismo fue utilizado por el grupo minoritario instalado en el poder. Un grupo de estudiosos del área maya opina que la religión fue el factor fundamental, entre otros muchos, que hizo posible el acceso de las comunidades mayas hacia la etapa de la civilización en el Petén central (CIUDAD, Andrés; 1985: 181).
El panteón maya estuvo ocupado por un número tremendo de dioses, que aparecen de mil maneras diferentes, con multitud de nombres y títulos. Cada dios está concebido de una forma dual que unifica principios diametralmente opuestos. Los rasgos básicos que identifican el panteón maya de manera general son (CIUDAD, Andrés; 1985: 185- 186):
A.    Los dioses pocas veces se representan con una forma humana, sino que se combinan en atributos zoo-antropomorfos.
B.     Cada deidad está relacionada con cuatro direcciones y colores.
C.     Existe un principio de dualidad para cada divinidad según su funcionalidad en el tiempo y en el espacio.
D.    Los dioses presentan vertientes muy variadas en cuanto a su función, jugando papeles diametralmente opuestos según el tiempo y espacio que ocupen.
E.     Hay un predominio claro de dioses conectados con períodos de tiempo.
F.      Algunas deidades comparten las mismas o similares funciones.
G.    Dada la multiplicada de funciones que tiene, cada dios puede tener varios nombres y títulos.
H.    En la escritura y el arte se alude a los dioses por medio de sus atributos.
I.       Con frecuencia, las figuras antropomorfas de las divinidades tienen cualidades anatómicas diferenciadoras.
J.       Hay algunos indicios en fuentes mayas que apuntan hacia el monoteísmo, como por ejemplo en el Popol Vuh.
De entre, todos los dioses, nos interesa destacar la figura del Dios Jaguar que se asocia al Sol a su paso por debajo de la Tierra y aparece con orejas de jaguar, nariz romana, incisivos frontales lineados y un mechón de pelo atado. Este patrón del día Akbal, (“oscuridad”), séptimo del calendario, y domina sobre el número 7. Además, la piel del jaguar se asocia siempre a nocturnidad, a muerte, y como tal es usada por los Nueves Señores de la Noche (CIUDAD, Andrés; 1985: 189).
Durante el gran auge de la cultura maya, en la época clásica, y en los más importantes centros ceremoniales el jaguar está asociado directamente con el grupo en el poder. Así, a muchos de los grandes gobernantes se les representa ataviados como jaguar, ya sea portando un vestuario hecho con la piel, cabeza y garras de este animal o bien cuando el personaje aparece felinizándose. En muchos de los nombres glíficos de los mandatarios se representa al felino o alguno de sus atributos. Y del mismo modo, en los textos indígenas del siglo XVI, cuando se hace referencia a los héroes, hombres prodigiosos y principales éstos portan el apelativo “Balam” (que significa jaguar) o bien poseen ciertas cualidades del felino (VALVERDE, Mª Carmen; 1996: 29). Dicho félido es el alter ego de los hombres principales de la comunidad, de los grandes señores, y de los chamanes a los que se les asocia de forma prácticamente indisoluble, debido a las cualidades del jaguar (fuerza, ferocidad, poder, nocturnidad).
Glifo: “Balám” o jaguar
En el área maya, las imágenes que representan esta idea están presentes desde la escultura de Izapa en el Protoclásico, y continúan a lo largo del Clásico y Posclásico. Incluso para el momento anterior a la conquista contamos con textos del siglo XVI de los se ha entresacado datos significativos que hablan de este conceptos (VALVERDE, Mª Carmen; 1996: 28).

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Bibliografía
  • CIUDAD, Andrés (1985) “El Mundo Maya (II) Religión y arte” en BALLESTEROS GAIBROIS, Manuel, Cultura y religión de la América prehispánica, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, pp. 179-206.
  • DÍAZ BALERDI, Ignacio (1990) “VII. La iconografía de los felinos” en Los felinos en la escultura azteca, Tesis Doctoral. Madrid: Universidad Complutense, Facultad de Geografía e Historia, pp. 238-381.
  • ELIADE, Mircea (1967) “Observaciones metodológicas sobre el estudio del simbolismo religioso”, en Metodología de historia de las religiones. Buenos Aires: Paidós, p. 130.
  • HEYDER, Nicola Kuehne y MUÑOZ MENDOZA, Joaquín (1989) “Capítulo II. Los hombres del jaguar” en Mesoamérica: acercamiento a una historia, Granada: Diputación Provincial de Granada, pp. 33-63.
  • La fauna en el mundo prehispánico, (2008). Cacciani, S.A. de C.V., México: Fundación Cultural Armella Spitalier. [Recurso electrónico: http://0-site.ebrary.com.adrastea.ugr.es/lib/univgranada/docDetail.action?docID=10311855 Última consulta: 8 Mayo 2010]
  • MONTES BÉRNARDEZ, Ricardo y MENGUAL ROCA, Esmeralda (1992) “6. Simbología” en Mitos y rituales en la América Prehispánica, Murcia: Colección Carabelas, pp. 71-77.
  • VALVERDE VALDÉS, Mª del Carmen (1996) “Jaguar y chamán entre los mayas” en Alteridades, Vol. 6, Núm. 12, México: Universidad Autónoma Metropolitana – Iztapalapa, pp. 27-31.
  • [URL: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=74711374005, última consulta: 8 Mayo 2010]
  • VÁZQUEZ CHAMORRO, Germán (1985) “El Mundo Azteca (II). Religión, sacerdocio, ritual, sacrificios” en BALLESTEROS GAIBROIS, Manuel, Cultura y religión de la América prehispánica, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, pp. 227-257.


2 comentarios:

  1. El simbolo del felino es fundamental en el trazado de las ciudades andinas prehispanos, tema que vengo trabajando desde hace algunas decadas (consultar resumen de libros subidos a www.academica.com; y por ello vuestro articulo me ha interesado mucho y seguro aportara luces en las relaciones entre las culturas andinas y mesoamericanas.
    Felicitaciones
    Alfredo Lozano

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  2. El simbolo del felino es fundamental en el trazado de las ciudades andinas prehispanos, tema que vengo trabajando desde hace algunas decadas (consultar resumen de libros subidos a www.academica.com; y por ello vuestro articulo me ha interesado mucho y seguro aportara luces en las relaciones entre las culturas andinas y mesoamericanas.
    Felicitaciones
    Alfredo Lozano

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